viernes, 13 de junio de 2008

hacer crepuscular ídolos como costumbre cínica


Han malinterpretado la costumbre nietzscheana de hacer crepuscular ídolos y la han confundido con una visión totalitarista. Los habermasianos le dicen cínico pero prefiero citar el viajero y su sombra: en el parágrafo 18 "El Diógenes moderno. - Antes de buscar al hombre es menester haber encontrado la linterna. ¿Será necesariamente la linterna de lo cínico?"

De lo que realmente quiero hablar es de lo cínico como tal; cuando en una casa cualquiera están una mamá y sus hijos y alguien grita: -¡cucaracha!- hay que ir a matarla, prácticamente a juro hay que ir a matarla. Muy pocos se pondrán a agarrar la cucaracha en un pote para sacarla por la ventana, otros más cobardes tratarán de espantarlas con algunos gestos y sonidos. Pero el hecho es que la cucaracha no tiene derecho a vivir, o por lo menos no tan cerca de la gente
Este pensamiento es totalmente cínico y ni siquiera es un pensamiento. Puede ser prelógico o postlógico porque ni siquiera se piensa o se discute. La cucaracha no puede habitar entre nosotros, es una plaga y hay venenos para todo tipo de plagas, y aún se pueden matar de un simple cholazo.

Es evidente que para un cínico el Otro con O mayúscula no existe. Aunque puede reconocer lo plural en función de la unicidad de aquí y ahora, pero es una unicidad en cualquier caso.
Hasta ahora todo lo que he leído sobre contradicción tiene implícito que hay que evitarla y la señalan como un error.

He pensado que ese mirar a todos como idiotas no es más que un nerviosismo o una necesidad afectiva. Funciona así:
Pienso: -¡qué idiota fulanito de tal!-y pienso: -¡qué idiota soy yo!- yo lo que veo en lo otro soy yo y todos esos cuentos que me echo de lo otro soy yo y mis falsos pensamientos.

Digo eso a partir de mí, porque sé que soy algo que lo otro, lo arquetípico, no puede alcanzar. Por más análisis que me hagan, y aunque me conozcan más a mí misma de lo que se conocen a ellos o de lo que me conozco yo, o que eso pretendan, hay algo que no pueden saber, no podemos. Podría aquí señalarse un principio de contradicción y para qué negarlo. No me planteo ninguna superación de la metafísica.

Yo no soy un ser libre, ¿libre de qué? ¿Cómo puedo ser libre? Si la coacción es negación de la libertad ¿cómo puedo ser libre? Con Voluntad de Poder: yo sí puedo, yo sí puedo ser libre, yo decido mi vida y mi momento histórico, afirmo la vida y satanizo el pesimismo shopenhaueriano, me extasío leyendo a Nietzsche e identificando sus ideas por ahí en mi caminar.

Pero termino odiando al mundo, haciéndome un crepúsculo de los ídolos con todo posible ídolo o idolillo. Todos deben ser derrocados en búsqueda de mi libertad. Pero es mentira, soy una estafadora y claro, soy cínica.

No creo en esto tampoco. Aunque sé lo que quiero y si lo quiero es porque no lo tengo y lo ambiciono. Cualquier ambición es una necesidad de poder. Quiero poder tener algo o hacer algo. Todo lo que quiero lo quiero porque no lo tengo y lo que quiero no está conforme con lo que tengo: soy un inconforme. No tengo forma, no estoy conformado.

Pessoa dice a través de su heterónimo Alberto Caeiros el guardador de rebaños: "-Querer más es perder esto y ser infeliz-", parece shopenhaueriano pero no lo es y menos aún habermasiano. Pessoa a través de Alberto Caeiros es un gran cínico, nietzscheano autocontradictorio. El contenido declara una cosa y la forma declara otra.

Cuando dice que no cree en la Naturaleza como un Todo sino como partes que no conforman un Todo, así señala el error técnico que muchos han pasado por alto al usar como contenido de un sustantivo una cualidad. Sabemos que no existe la Naturaleza sino los entes y los hechos naturales. Pues la Naturaleza como un ente total no existe pues es inconmensurable y por lo tanto es un concepto que refiere a una abstracción. Caso parecido al sustantivo Arte.

Entiendo que lo que le da existencia a las cosas es que estén pasando, que estén ocurriendo, en ese movimiento las cualidades van siendo, van ocurriendo, sucediendo y sucediéndose. El crepúsculo de los ídolos constante es un movimiento muy rápido de análisis de las estructuras de las proposiciones del otro o llamado otro.

Se acepta la "naturaleza humana", se cree conocer, intentando deshacerse de los perjuicios que impiden la autognosis. Se trata de la aceptación de la propia persona humana desprovista de moral y desde allí, desde sí mismo ha de darle cualidades al llamado otro. Para poder hacer crepuscular ídolos deberá emprender una verdadera batalla contra todo símbolo, entendiéndolo mucho mejor ahora que lo va destruyendo y haciendo un elegante y limpio uso de él. Para decir cosas y creer estar diciendo la verdad.

Aunque Pessoa dice lo que dice de la Naturaleza, que no es un ente y que no existe como un Todo, él cree estar diciendo la verdad, de hecho dice habérsela encontrado sin estarla buscando. La verdad más absoluta. Cualquier estupidez que le vengamos a decir sobre los símbolos nos lo va a destruir con tal naturalidad, que lo que dice parecen axiomas.

¿Que tan cínica soy? soy bastante cínica, a veces creo estar diciendo la verdad y la verdad más absoluta. Pienso: "-tal cosa es lo más lógico, entonces debe ser así y así será. Al menos para mí será así. Defenderé ese pensamiento con mis actos hasta convencerme de lo contrario-"
Si creo que existe lo contrario, evidentemente declaro una dialéctica, entre uno que es uno y otro que es el contrario. Siguen siendo conceptos abstractos, cualidades sustantivadas. (Repetiré que no me planteo una superación de la metafísica y cada vez que la afirme será porque no me quede más remedio, quiero decir que tampoco intento afirmarla, de hecho la considero una debilidad pero no pretendo superarla porque no he entendido cómo se puede superar la metafísica.)
Sin embargo digo que esa es la arquitectura básica de toda estructura, a pesar de que en el macro es hermoso considerar la espiral de Gilles Deleuze, en este paisaje lo que percibimos es el movimiento en zig zag.

Podemos decir que sí, asentar con la cabeza y recibir durante algún tiempo, pero en algún momento tenemos que decir que no y movernos a otro lado.

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